jueves, 2 de julio de 2009

Evaluación del aprendizaje

¿El aprendizaje es algo tan trivial que se puede observar y medir con base en unas simples preguntas a propósito de unos contenidos cualesquiera?

La evaluación del aprendizaje es un proceso complejo y cargado de subjetividad, ya que está sujeto a las percepciones y criterios de cada profesor. Evaluar no es, o no debería ser algo tan trivial, pues caer en una situación como la que plantea la pregunta anterior sería tanto como restarle importancia a esta etapa indispensable en todo proceso de aprendizaje, ya que al evaluar al alumno no sólo medimos su aprendizaje, sino que también nos permite a nosotros como profesores conocer nuestras fortalezas y debilidades, lo cual nos lleva a hacer un análisis a partir del cual podemos mejorar nuestra práctica docente.

Por tanto, para poder evaluar el aprendizaje no basta sólo con los resultados que nos arroje un cuestionario o examen, aunque es un instrumento útil para tal efecto, pero no el único y, desgraciadamente, no sé si por comodidad o funcionalidad, hemos convertido al examen en el rey de la evaluación, siendo que hay muchas otras técnicas que se pueden utilizar.

La evaluación debe considerar todo el proceso, desde los conocimientos previos que maneja cada alumno hasta el logro de ciertos resultados de aprendizaje (objetivos). Con lo anterior quiero decir que no sólo basta lo que se ha logrado, sino el cómo se alcanzó, con que medios, a qué ritmo, los esfuerzos, la colaboración con los compañeros, etcétera.

Se debe evaluar todo el proceso en sí, evaluar solamente contenidos no es suficiente, éstos abarcan una parte, pero existen otros aspectos que no se pueden observar directamente y que no se nos pueden revelar por medio de unas preguntas, tales como las actitudes, las destrezas, los valores, las habilidades, las capacidades o, simplemente como lo menciona la lectura: la modificación estructural y por tanto personal ocurrida en el estudiante, son aspectos que no podemos medir por medio de preguntas acerca de contenidos, sino que exige la aplicación de otras técnicas de evaluación.

No es posible limitarse sólo a los contenidos y menos cuando hoy en día estamos hablando de aprendizaje significativo, constructivismo y del enfoque por competencias. ¿Qué hacer si un alumno que posee la capacidad de almacenar información (memorizar), no es capaz de aplicar dichos conocimientos en su vida cotidiana o frente a una situación problematizadora? ¿Si no es capaz de comunicarse y relacionarse con los demás?

Creo que es necesaria una replantación en las formas de evaluar, pues considero que estamos siendo incongruentes con lo forma de enseñar que se pretende y la manera en que evaluamos el aprendizaje; queremos que el aprendizaje sea significativo, situado y basado en competencias; se ha satanizado el discurso y la memorización, pero al final de cuentas no cambiamos nuestro “examen” por nada. Cambiamos la forma de plantear las preguntas (directas, opción múltiple, falso-verdadero), pero no deja de ser un cuestionario con base en ciertos contenidos que consideramos el alumno debe poseer al finalizar una unidad o un semestre.

Hablar de evaluación del aprendizaje debe incluir otros elementos o fenómenos (no sólo lo referente a lo cognitivo) ¿Cómo aprende el alumno? ¿Cómo relaciona lo aprendido? ¿Cómo inserta los nuevos conocimientos en los ya asimilados? ¿Para que le sirve lo aprendido? ¿Ha disfrutado aprendiendo?

Concepciones de aprendizaje

Las concepciones de aprendizaje que me parecen más congruentes con el enfoque por competencias son las de aprendizaje significativo, constructivismo y socio-constructivismo, sobre todo esta última, pues comparto la idea de que el contexto juega un papel muy importante en el proceso de aprendizaje, así como la socialización es igualmente relevante para la adquisición de conocimientos y el desarrollo de competencias, pues éstas no sólo son a nivel cognitivo, sino que también abarcan aspectos como las relaciones interpersonales, la comunicación, la asertividad, por mencionar algunas. De hecho, una de las competencias que se manejan en los nuevos programas de educación secundaria es “vida en sociedad”, precisamente porque no sólo basta saber o conocer ni saber hacer, también es necesario saber ser y saber convivir.