viernes, 22 de mayo de 2009

Mi confrontación con la docencia

Hace ya once años tomé la decisión de entrar a la escuela Normal para dedicarme a la docencia. Primero cursé un año de nivelación pedagógica, después entré a la licenciatura en educación media con especialidad en lengua y literatura española. Lo que me llevó a tomar esta importante decisión… ¡wua!, nunca me había planteado esta cuestión, realmente no es fácil plasmar qué fue lo que me llevó a decidirme por la docencia, no tengo palabras para explicarlo, para mí fue algo que no pensé mucho, sólo lo decidí y ya, es como esa vocecita interna que te indica lo que hay que hacer, creo que en este caso se le llama vocación.

Bueno, pues así fue como llegué a la docencia o la docencia llegó a mí. Después de cinco años en la Normal, al egresar, empecé a dar clases en la Universidad Estatal de Estudios Pedagógicos como profesora de la materia de taller de lectura y redacción; casi al mismo tiempo entré a dar clases en un colegio (nivel secundaria), impartiendo la materia de español; dos años más tarde entré a dar clases en el CEMSAD Real del Castillo (nivel bachillerato), en donde laboro actualmente.

Como ven, tengo un corto camino recorrido, pero en estos seis años he tenido grandes satisfacciones: simplemente el hecho de estar frente a grupo; el ver las caritas de mis alumnos cuando han comprendido algo o han alcanzado un logro; el ver un cambio en sus actitudes y conductas; el comprobar los resultados durante el trayecto, como al final de cada semestre; el verlos seguir su camino, estudiar una carrera universitaria; en fin son tantas las cosas que me hacen sentir satisfecha… Claro que a veces es inevitable encontrarse con algún inconveniente, por llamarlo de alguna manera, la apatía y la falta de interés por parte de los alumnos es la más difícil, pero no hay que darnos por vencidos, al contrario, ese foquito de alerta es el que nos dice que tenemos que echarle todas las ganas y buscar los métodos para despertar de nuevo el interés de nuestros alumnos y captar nuevamente su atención.

Ser profesor es una gran responsabilidad; la educación no es una transacción bancaria y los alumnos no son una cuenta de banco en donde llegamos a depositar “nuestros conocimientos” para después retirarlos con una ficha de depósito comúnmente llamada “examen”. No debemos olvidarnos de que los educandos no son máquinas a las que podemos programar y ya, tampoco son números o cuentas que deben cuadrar, tenemos en nuestras manos a seres humanos que piensan y sienten, que tienen una gran necesidad de expresarse, de ser escuchados, de sentirse identificados, aceptados y, por qué no, hasta mimados en algunas ocasiones.

Nuestra profesión es una de las más nobles y hermosas que existen, pero nosotros mismos podemos convertirla en una de las más crueles. Lo que cada uno de nosotros hagamos o dejemos de hacer en nuestras aulas puede dejar una marca en nuestros alumnos, por eso seamos conscientes del alcance de nuestras acciones y palabras, sobre todo en la edad en que se encuentran nuestros estudiantes, pues todos sabemos que la adolescencia no es una etapa fácil.

Sólo me resta decir que amo profundamente mi profesión y la realizo con amor. Sé que no soy la profesora que México esperaba, pero cada día busco la manera de mejorar mi labor docente en beneficio de mis alumnos, porque ellos son mi verdadero compromiso.

1 comentario:

  1. Leo con interés la trayectoria que describes, me parece notable cómo fuiste construyendo tu futuro profesional, tu proyecto de vida. De alguna manera me veo parcialmente en tu recorrido como docente. Te percibo feliz con lo que haces y como dicen por ahí: "la vida nos dirige a muchos a esta profesión y nos convierte en verdaderos profesionales". Saludos

    ResponderEliminar